Era viernes, septiembre, y el sol seguía brillando sobre las cabezas de todos los alumnos del instituto a la salida. Todos los chavales hablaban unos con otros, haciendo tonterías, gastando bromas a sus amigos, riendo, haciendo planes para el fin de semana... Hugo estaba sentado contra la pared de las escaleras principales, apoyando la cabeza erguida sobre la pared y mirando al cielo con unos ojos ausentes.
-¡Hola, futuro Bécquer! -le gritó uno de sus compañeros de la clase de Historia a quien ni siquiera conocía- ¿Qué, ya le has escrito un poema a tu amada anónima?
Todos los que iban alrededor de ese chico estallaron en carcajadas, señalando a Hugo con el dedo índice extendido.
-No, yo no escribo poemas. -Se limitó a decir Hugo, que ni siquiera se inmutó.-
Danielle acababa de cruzar la puerta principal y comenzaba a bajar las escaleras, hasta que se percató de Hugo, y fue hasta él.
-Hey, ¿dónde te habías metido? -Dijo la chica- Te estaba buscando, ya me iba a ir sin habértelo propuesto.
-¿Habérmelo propuesto? ¿El qué? -Dijo el chico, con una leve sonrisa.-
-Me da mucha cosa decirte esto, pero tenemos cosas de las que hablar. -Danielle paró. Ella no era tan espontánea, pero con Hugo era diferente. No se cortaba un pelo.-
-Eh... Sí, cierto.
Danielle se sentó al lado del chico. Muy cerca. Sus piernas y sus hombros estaban pegados a los de él. Y se sentía segura.
-Pues, ¿quieres tomar algo conmigo esta noche? Conozco muchos pubs muy divertidos y con karaoke, hay uno justo al lado de mi casa.
-Eh... yo no sé cantar, Danielle... -Dijo el chico con la mirada puesta hacia el horizante, sin mirar a su amiga.-
-Pero sabes comer y beber, ¿no? Pues ya está.
A Hugo le hizo gracia ese comentario que ella hizo, torció el rostro con una sonrisa encantadora y la miró a los ojos. Estaban muy cerca, y él sentía ganas de abrazarla... Y de besarla.
-Vale, Danielle. Está bien. No sé donde vives, pero estaré en tu casa a las nueve y media.
Es lo más atrevido que he dicho en mucho tiempo. Ha sido sin pensar. Se decía el chico.
-Vivo tres manzanas lejos de aquí -La chica señaló hacia la izquierda- No te costará encontrar mi casa. Sólo te digo que es no es la típica casa en la que viven una tía joven y una sobrina de dieciséis años. Es una casa sacada de un cuento de hadas.
-¿Cómo?
-Ya lo comprenderás cuando pises mi calle.
Se pusieron de pie, y empezaron a caminar hasta que llegaron a la parada del autobús que tenía que tomar Hugo.
-Bueno, pues hasta esta noche.
-Hasta esta noche, Hugo.
Cuando Danielle dio media vuelta para irse a su casa, Hugo la agarró muy suavemente del hombro haciendo que ella girara en torno a sí misma. El chico se acercó a ella, le puso dos mechones de pelo detrás de la oreja, y le dió un suave beso en la mejilla a Danielle. Ella, perpleja, lo miró a los ojos y puso sus manos en el cuello descubierto de Hugo. Se lo acercó a su hombro y le dió un cálido abrazo, mucho más que el del pasillo. Hugo le rodeó la cintura con sus brazos, y permanecieron en esa postura al menos tres minutos, hasta que llegó el maldito autobús que Hugo tenía que tomar.
★★★
Cuando Simon cruzó la puerta principal, se percató de dos cuerpos sentados en la escalera muy acaramelados. Los vió por detrás. Ella era menuda, con una melena rubia y rojiza que le caía por la espalda como una cascada y una camiseta morada. Él tenía el pelo negro y brillante y vestía una sudadera verde. Estaba claro. Hugo y Danielle. Simon pasó justo por su lado, pero no se percataron de él. Los ignoró completamente, e inició camino hacia su casa, donde había compartido tantísimos momentos con Danielle. No pudo evitar acordarse de esas tardes leyendo cómics con ella junto a la chimenea cuando tenían doce años, y a los catorce, cuando se pasaban horas y horas escuchando los discos de vinilo de Queen en el antiguo tocadiscos tirados en la alfombra, y de esas horas de estudio en las que él la ayudaba con Español, y ella a él con Historia, a los quince años.
Y ahora, ¿qué hago? Necesito a Danielle más que nunca... Hoy la llamo e intentaré quedar con ella esta noche. Pensó Simon.
Escrito por: Macarena