Capítulo 2.5

¿Es qué tanto se me nota? ¿Acaso todos saben que ella me gusta, o lo han dicho por decir? ¿Sabrán que estoy saliendo con ella? ¡Joder! ¿Pero qué dices Hugo? ¿Salir con ella? Más quisieras. Pero entonces... ¿por qué se han reído de esa forma todos? Tal vez me estoy irritando demasiado, son adolescentes, ríen por cualquier cosa, y más si es de temas del amor... nadie sabe que me gusta Danielle. Nadie lo sabe.
- ¿Escribiendo poesías para su amada? -interrumpió sarcástico Sir Byron. 
- Yo... yo no... 
Pero antes de que pudiera hablar el profesor le había arrebatado el diario de las manos y le echaba una rápida ojeada por encima del monóculo. La clase se mantenía en silencio, todos los ojos clavados en él, y Hugo sintió que era de nuevo el centro de atención, y que aquello era lo que menos ansiaba. Localizó la mirada de Danielle, un poco preocupada, y la de Simon, que estaba llena de burla. 
- ¿Puede traducirnos lo que pone aquí? No he tenido el placer de aprender español.
- Yo... yo no...
Pero no le dejó terminar. Sir Byron alzó la vista hacia la clase, divertido, y esperó a que alguien se ofreciera voluntario para traducirla, pues no eran pocos los que daban español como segundo idioma. Hugo pensaba que las cosas no podían empeorar, pero se le calló el alma a los pies cuando vio que el historiador señalaba a Simon. Un Simon que mantenía la mano en alto, no sin destacarse, pero sí sabedor de que era el que mejor notas sacaba de toda la clase en los idiomas. 
- Empieze cuando quieras, señor Hook.
El joven leyó la página, primero en silencio y durante una milésima de segundo, en un gesto que solo Hugo pudo captar, los ojos brillaron asombrados y la boca se torció con desagrado. Pero después Simon regresó a la normalidad, sonrió sin esfuerzo y empezó a traducir.
- ¿De verdad se me nota tanto? ¿Acaso saben que me gusta, o lo han dicho por decir? ¿Sabrá que estoy saliendo con él? ¡Joder! ¿Pero qué dices Hugo? ¿Salir con él? Ya te gustaría. Pero entonces, mm... ¿porqué se han reído así? Tal vez me estoy... irritando demasiado, son adolescentes, ríen por todo, y más si es sobre el amor... nadie sabe que me gusta Ricardo. Nadie lo sabe. 
Hugo sintió como la sangre se le subía a las orejas, a las mejillas, a todo el rostro, y antes de poder decir nada Simon continuó. 
- Nah, es broma -apuntó, una vez hecha la gracia -tiene una letra rara, es una lengua complicada, no lo entiendo muy bien, pero creo que habla de unos apuntes de lengua que le ha dejado Danielle ¿Ve? Aquí está su nombre. 
Sir Byron la cogió, comprobó lo que el chico decía y después la depositó con suavidad en su mesa, aún con la sonrisa del sarcasmo en su rostro.
- Ya sabe que no se puede escribir sobre nada que no sea historia en mis clases, señor Fernandez. Esperemos que todo lo que escriba a partir de ahora sea también sobre los estudios, o no nos llevaremos muy bien. 
Hugo bajó la cabeza y se revolvió el pelo como señal de arrepentimiento. Buscó la mirada de Simon para darle las gracias, pero el joven mantenía la vista fija en el libro y dibujaba un mapa que aún no habían dado. 
Cuando la clase terminó, Danielle se acercó al pupitre de Hugo.
- ¿Yo te he dejado unos apuntes de lengua? -preguntó, con el archivador de All Stars pegado contra el pecho. No parecía enfadada, y la sonrisa le cubría todo el rostro. 
- Me pareció que eras tú -mintió con avidez -pero me habré equivocado. 


En todas las novelas, en todos los comics, en todas las series, en todos lados, el chico de las gafas, el normalillo, el friki, era siempre el que se quedaba sin la chica y el guapo, el extranjero, el interesante, era el que se la terminaba llevando a la cama. 
Simon cerró los ojos, incapaz de imaginarse aquella imagen y sin querer siquiera visualizarla en su mente.Debería de haberlo sabido desde el momento en el que lo vio en la cafetería, cuando le derramó el café a Danielle encima, tal vez sin querer, pero en una acción repentina que no dejaba lugar a dudas. Y sin embargo, él lo había "salvado" de un castigo seguro. Aún no sabía porque lo había hecho, pero las palabras de aquel diario se habían quedado impresas en su memoria y le costaría olvidarlas.

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Escrito por: Srta. Alicia Alina