Tal vez todo había empezado y acabado con Patrice demasiado rápido, tal vez debería esperar un poco más, ver como iban las cosas. Danielle era un deseo imposible, como desear a uno de esas cantantes famosas que nunca tendría. Si Hugo no hubiese llegado aquel curso todo podría haber ido de otra forma, pero ahora, en aquella situación, sabía que ya nada podría hacer.
Aunque no podía dejar de quererla. No. Eso era imposible.
Palpó el móvil en busca de las teclas adecuadas y la pantalla se iluminó. Mordiéndose el labio inferior en señal de nervios, Simon buscó en la agenda el nombre de Danielle para darle al botón de apagar segundos después. No podía llamarla, o lo entendería como una cita y no iría, y entonces si que se hundiría de verdad. Volvió a juguetear con el teléfono entre sus manos y esta vez buscó la letra P entre los contactos. No pretendía llevar una relación con la chica, pero en aquellos momentos necesitaba una buena amiga, y Danielle parecía no estar disponible. Marcó las teclas deprisa y esperó que la chica le cogiera el móvil.
-¿Sí? -dijo, y su voz se le antojó viva.
-¿Patrice? Soy Simon. No sé... si podríamos ir a dar una vuelta, cómo amigos, quiero decir -se apresuró a añadir.
-Mmm, no me viene muy bien, están mis primos pequeños en casa y a mi hermana y a mí nos ha tocado cuidarlos, pero puedes venirte si quieres. No creo que nadie diga nada.
-¿A tu casa? Em, ok, creo que podré.
-Apunta listillo. Calle Trips, Nº 34. Es una casa, así que no vas a tener problemas con bloques, pisos ni nada por el estilo ¡Te espero a las cinco!
Simon fue a decir algo, pero Patrice colgó sin darle tiempo a añadir una palabra más. En el fondo, ambos sabían que aquello era una excusa más para no recordar lo que querían de verdad, pero mientras no fuera posible, al menos ambas presencias les reconfortaban.
Escrito por: Srta. Alicia Alina
